miércoles, 5 de agosto de 2015

Perros de agua.


Cuento erótico.

Ese cuerpo tuyo era mío, desde aquella mañana de sol rojizo en que caímos entre la maleza del río de las nutrias. Se llenó de arena el pelo, el vientre inédito de tocamientos, y los senos refulgían con el botón negrísimo de doceañera. ¡Cuánto líquido derramado a los pies de la diosa de la lujuria!
La vida caminó entre tus muslos. Nacieron esas hijas que no me pertenecen. Aquel hombre se fue de tu lado por el horror ante el animal parecido al perro de agua, bebedor de leche, atole, que siempre ha guardado tu pródiga hendidura poblada de sombras.
Ya maduros nos tiramos sobre el piso de cemento y el murmullo de otros hijos vibró nuestros músculos. Las misteriosas fauces del cancerbero atraparon una y otra vez el rigor semental hasta el delirio del alma, del arma.
Aún no se han gastado los dientes de la nutria. Lo sé de primera mano, por la sesión de anoche sobre la alfombra roja del hotelucho atiborrado de insectos de ojos saltones. Los cuerpos rememoraron los amarres de las entrañas tuyas y el rigor de las edades cansadas. El río, de nueva cuenta ruge sus ansias, y el sol mirando tras la celosía de la regadera.


 La muchacha del río Bank, de Utamaro.


Macario Matus. Erotomanías. Suplemento Sábado, de Uno más uno. México.



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