Dame tu pródiga mano,
el aliento perfectísimo.
Deja besar esa cabellera núbil
hecha para el amor exacto.
A cambio tendrás un corazón
acantilado por el llanto.
Ven, amiga, compañera
y amantísima niña.
Ven a morar este silencio.
De Canción de Eros, Macario Matus, 1997, México DF. Ed. Praxis.
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